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Trastornos obsesivo-compulsivos

La persona se inquieta por pensamientos que le impulsan a realizar conductas repetidas que pueden parecer sin sentido, incluso para ella o él mismo. Las conductas repetidas incluyen verificar, comprobar o ritualizar pensamientos de orden y limpieza. A veces pueden estar relacionadas con evitación o control aparente y supersticioso de enfermedades médicas.

 

Las obsesiones son pensamientos, creencias o ideas recurrentes que dominan la mente de la persona. La persona trata de creer que no son realistas y muchas veces trata de resistirse a ellas.

 

Casi todos los afectados son conscientes de que su comportamiento es extraño o peculiar; con frecuencia les avergüenza y tratan de ocultarlo. Otras personas no reconocen lo irracional de sus comportamientos, han perdido en cierto sentido la capacidad para reconocerlo. Suelen existir antecedentes de tics crónicos,

 

Las compulsiones son actos (físicos o mentales) que se llevan a cabo repetidamente, la persona se da cuenta de que no son útiles o acordes con la situación. El objetivo es tratar de neutralizar un pensamiento obsesivo. Los pensamientos repetidos pueden, en sí mismos, constituir compulsiones, si su propósito es controlar la ansiedad obsesiva. Existe un círculo ‘vicioso’ de control y repetición para bloquear un pensamiento o conducta indeseada, que genera nuevos pensamientos y/o conductas que se repiten indefinidamente impidiendo con ello una vida cotidiana serena, alejando a la persona de actos que sí aportan valor y sensación de utilidad, plenitud y sentido.

 

Las compulsiones pueden ser simples, como repetir o pensar una palabra o frase para protegerse de un pensamiento obsesivo, o ser muy complejas. Algunos rituales pueden incluir vestirse, irse a acostar o lavarse según determinadas reglas, y deben repetirse hasta que el paciente considera que los realiza en forma correcta. Estas conductas hacen consumir varias horas cada día.

 

Casi todos los/las afectados/as presentan tanto obsesiones como compulsiones, que suelen desencadenar

ansiedad y temor. La mayor parte de los pacientes lo reconoce como algo irracional y desea resistirse a ellas.

 

El TOC más frecuente es el temor a la contaminación, que induce a un lavado o higiene excesivos. En segundo lugar las dudas (“¿Apagué la calefacción o radiador, aire acondicionado, cerré bien la casa al salir?”) que obligan a una verificación excesiva: el paciente regresa varias veces para asegurarse de que, por ejemplo, la calefacción está desconectada o que giró la llave de la cerradura correctamente. También son comunes las obsesiones vinculadas con la simetría (poner cosas en un orden específico, contar las cosas) y pensamientos prohibidos (ideas sacrílegas, haber cometido pecado mortal, haber transgredido tabúes sexuales,…).

 

Trastorno de dismorfia corporal.

 

Algunas pacientes con características físicas normales y en medición objetiva, piensan que partes de su cuerpo están deformadas y son feas. Esta idea es recurrente, se infiltra en sus actividades diarias y dificulta su vida cotidiana. Existe una preocupación exacerbada porque algo está mal en la forma o el aspecto de alguna parte de su cuerpo—pechos, genitales, pelo, alguna parte de sus extremidades como piernas, brazos, alguna parte de su cara como nariz o pómulos,…-

 

Estas personas pueden solicitar cirugía estética para corregir defectos sobrevalorados o imaginarios, y con frecuencia no se sienten satisfechos/as con los resultados si finalmente se operan. Por esa razón, la cirugía suele estar contraindicada en estas personas si el profesional (cirujano) tiene un comportamiento acorde con protocolos éticos. Los/las pacientes tratan de ocultar sus deformidades percibidas con ropa (gorras en el caso de la cara) o dejándose crecer el pelo, o evitando actividades sociales por temor, llevando en ocasiones a encerrarse en casa.

 

La preocupación genera tensión relevante y estado de ánimo deprimido. Si aparecen ideas de autodaño o autolesión sería necesario valorar la intervención del Área de Psiquiatría. El paciente y/o familia sería informada de ello. La Psicoterapia sería de ayuda en el abordaje.

 

Trastorno de acumulación.

 

La persona acumula tantos objetos, muchos sin valor de utilidad y objetivo, que interfieren en su vida y desarrollo, dado el consumo de tiempo en gestionar el (des)orden y la interferencia causada.

 

Los motivos detrás de la acumulación pueden ser diversos. Algunas personas piensan que sus cosas son valiosas. Otras pueden imitar un comportamiento que observaron en su familia (se sospecha un componente genético), o sentirse cómodos/as por la presencia de objetos que se han acostumbrado a tener, o que consideran que pudieran necesitar en el futuro. El espacio vital de la persona queda invadido, llenándose por completo (si los espacios de la vivienda siguen siendo habitables, es porque alguien se encarga de arreglar la acumulación de bienes inservibles o basura). Una consecuencia perniciosa de la acumulación es que las personas temen recibir visitas en casa por temor a perder sus bienes.

 

Tricotilomanía (trastorno de arrancamiento del pelo).

 

La persona se tira del pelo (diferentes partes del cuerpo) y con frecuencia se acompaña de sentimientos de “tensión, descarga y alivio”.

 

Esta tendencia comienza durante la niñez, las personas que se tiran del pelo pueden hacerlo también con la barba, las cejas o las pestañas. Con menos frecuencia, tiran del pelo de las axilas, la región del pubis y otras partes del cuerpo. Por lo general no sienten dolor en relación con el arrancamiento, aunque pueden identificar una sensación de hormigueo.

 

Algunas personas se introducen el pelo dentro de la boca, otras lo ingieren. Si el pelo es largo puede acumularse en el estómago y/o el intestino hasta formar una bola que pudiera requerir intervención quirúrgica. Los personas pueden ser derivadas a los profesionales de la salud mental por los dermatólogos, que identifican una pérdida de pelo por tirón recurrente.

 

Como se comentó, el desarrollo de la tricotilomanía suele ocurrir durante la niñez o la adolescencia (pues cuando comienza en un adulto, puede relacionarse con enfermedad mental muy grave como psicosis). Suele haber altibajos en intensidad, pero suele ser crónica. En casos graves sería informada la persona de la conveniencia de incorporar a Psiquiatría en el tratamiento.

 

Trastorno de excoriación (rascarse la piel).

 

Estas personas se frotan la piel de forma tan persistente que la dañan desde un punto de vista de patología dermatológica.

 

El trastorno de excoriación (rascarse la piel) suele iniciarse en la adolescencia, si bien en ocasiones es posterior. Estas personas pasan gran parte del tiempo—quizá horas cada día—rascándose la piel. La mayor parte de ellos se concentra en la cabeza o la cara (uñas). Algunas personas utilizan incluso pinzas. Es frecuente una tensión previa al acto. A continuación, el acto de pinchar la piel puede generar placer o gratificación; la vergüenza o pena pueden retrasar la búsqueda de tratamiento. Las infecciones son frecuentes, y en ocasiones producen ulceración. Los pacientes pueden utilizar cosméticos para ocultar las cicatrices y las excoriaciones; algunos evitan acudir a eventos sociales para no ser observados/as. Muchos pacientes invierten 1 hora o más cada día en su comportamiento de rascado o sus consecuencias.

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